"Tuve el privilegio de descubrir mi propósito hace muchos años. Desde entonces me he dedicado a investigar y experimentar la danza desde una perspectiva comunicacional que me ha permitido comprenderla, además de como una disciplina artística, como una práctica social. Gracias a los resultados obtenidos en mis proyectos artísticos, periodísticos y de investigación, pude comprobar que esta apreciación es y será la única manera de contribuir a su efectiva difusión y desarrollo a largo plazo. Hoy tengo el placer de compartir mis escritos con cada persona que, en cualquier lugar del mundo y en su área respectiva, desee profundizar sus conocimientos y trabajar con responsabilidad social por nuestra danza. La práctica más bella. Y la más necesaria."
"Tuve el privilegio de descubrir mi propósito hace muchos años. Desde entonces me he dedicado a investigar y experimentar la danza desde una perspectiva comunicacional que me ha permitido comprenderla, además de como una disciplina artística, como una práctica social. Gracias a los resultados obtenidos en mis proyectos artísticos, periodísticos y de investigación, pude comprobar que esta apreciación es y será la única manera de contribuir a su efectiva difusión y desarrollo a largo plazo. Hoy tengo el placer de compartir mis escritos con cada persona que, en cualquier lugar del mundo y en su área respectiva, desee profundizar sus conocimientos y trabajar con responsabilidad social por nuestra danza. La práctica más bella. Y la más necesaria."
DANZA & COMUNICACIÓN
PREMIOS TEATRO DEL MUNDO
Libertad

Por Ana González Vañek
"¡Bailemos, bailemos! Sino, estamos perdidos"
Pina Bausch
Quizás sea esta cita de nuestra inolvidable Pina Bausch, la más apropiada para describir el sendero del autoconocimiento, a través del cual, únicamente la experiencia de la danza que nace de nuestra verdad más profunda, es capaz de guiarnos como una lámpara encendida.
Acceder a nuestra verdad, única e individual, pues reside en los pactos del alma, no es tarea fácil ya que conlleva el necesario e ineludible compromiso con un trabajo personal capaz de identificar, reconocer, aceptar y finalmente separar aquello que nos es propio, de lo que nos ha sido impuesto.
Únicamente un ser humano que ha sido capaz de liberarse a sí mismo, atravesando los múltiples velos e ilusiones que reproducen nuestras sociedades, será capaz de liberar a los demás. ¿Qué otra misión podría ser más necesaria, hoy en día, para manifestarse efectivamente en el mundo, a través de nuestra danza? ¿Qué otra misión podría ser más elevada, hoy en día, que aquella que aspira a la posibilidad de cocrear sociedades arraigadas en la esencia de nuestra genuina libertad?
La danza, entendida como práctica social y espiritual, y experimentada con autenticidad, nos lleva, indefectiblemente, a la exploración profunda de nuestras emociones, pensamientos, sensaciones y percepciones, trascendiendo, en el espacio-tiempo efímero de su desenvolvimiento, todas las barreras impuestas por una forma de conocimiento del mundo lineal y finita -ligada al auge del pensamiento intelectual- funcional a un sistema de dominación que durante milenios impidió la evolución espiritual y sensible del ser humano.
Por el contrario, la experiencia del cuerpo en la danza, infinita y eterna, invita a una comprensión amorosa de uno mismo, de los otros y del entorno, siendo la empatía, el motor de la acción, la flexibilidad, la forma del pensamiento y la intuición, por siglos subestimada y alienada, nuestra única referencia. De aquí, la importancia de ser amables con nuestro cuerpo, el templo del espíritu, a través de lenguajes que nos dignifiquen y eleven, reflejando en ellos, la belleza y el amor que somos. Isadora Duncan expresaba algo parecido, al decir que el cuerpo de una bailarina, debería ser la manifestación luminosa de su alma.
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